Real Madrid 2-0 Inter de Milán

 Se cerró la fase de grupos de la Champions League para el Real Madrid en el Santiago Bernabeu. Y se cerró con una victoria indiscutible, aunque poco vistosa, contra un Inter de Milán que fue un equipo ambicioso al menos hasta que le duró el físico.

El partido comenzó con un guión contrario a lo previsto. Decía Roberto Bolaño en Los detectives salvajes que hay momentos para recitar poesía y momentos para boxear. El Madrid no supo si debía boxear o recitar poesía pero, en vista de que el empate le era suficiente para ser campeón de grupo, le ofreció la pelota al conjunto neroazzurro. Mal negocio para los espectadores ya que el Madrid es un equipo construido para tener el balón y los interistas sufren cuando deben llevar la iniciativa. Pese a todo, la primera parte de los de Milán fue notable; Lautaro y Dzeko daban sensación de peligro, Dumfries y Perisic llegaban con asiduidad hasta la línea de fondo y, a balón parado, el toque de Çalhanoglu generaba desasosiego en la escuadra blanca. Sin embargo, este dominio no se tradujo ni en una sola parada de mérito de un Thibaut Courtois que fue un espectador de lujo. El Madrid no hallaba el camino para llegar a la portería rival pero en el minuto 17 Toni Kroos culminó una jugada aislada con un zurdazo ajustado al palo izquierdo de Handanovic que encontró la red. La eficacia alemana penalizaba la mala colocación del portero esloveno que pudo haber hecho algo más y los de Chamartín se colocaban por delante sin merecerlo aún.

El gol no alteró el escenario del partido. El Inter seguía llevando la iniciativa y al Madrid le costaba llegar a la zona de tres cuartos y encontrar a Vinicius, a cuya capacidad de desborde se ha aferrado en los últimos encuentros. Pese a todo, el dominio del Inter continuaba siendo estéril y en el minuto 44 Rodrygo dispuso de una magnífica ocasión para el 2-0 que podría haber sellado definitivamente el partido pero el balón fue escupido por el poste. Con esta ocasión se llegó al descanso.

El segundo tiempo comenzó con un cambio de decorado. El Madrid tomó el control de la posesión y disfrutó de un partido más plácido que en la mitad inicial. En el minuto 49, una entrada sobre Casemiro encendió las alarmas madridistas pero el brasileño pudo continuar en el partido. En esos instantes, el Madrid mostraba ya su mejor versión mientras el vigor del cuadro trasalpino parecía decaer. Así lo interpretó también Inzaghi que en el minuto 58 introdujo a Alexis, Vidal y Vecino. Un poco de oxígeno para buscar la remontada que le diese el liderato del grupo. Sin embargo, poco le duró la alegría al técnico italiano. En el minuto 61 una jugada entre Barella y Militao acabó con tarjeta amarilla para el merengue y con la expulsión del interista que había lanzado un puñetazo a la pierna del defensor blanco. Felix Brych, asesorado por el VAR, mostró la roja y puso en franquía el partido para los locales. Con todo casi decidido, Ancelotti movió el banquillo para dar descanso al tocado Casemiro, a Kroos y a Rodrygo. En su lugar entraron Camavinga, Valverde y Asensio. Precisamente el mallorquín, en el minuto 78, controló un balón en la esquina derecha del área y con un zurdazo magistral colocó el balón en la escuadra a la derecha de un Handanovic que solo pudo limitarse a seguir el balón con la mirada. El gol, el número 600 del Madrid en Champions League, coloca al equipo blanco como primero de grupo en el sorteo del próximo lunes. Aún hubo tiempo de que la grada despidiese a su nuevo ídolo, Vinicius Junior, con una ovación descomunal y que corease el nombre de Eder Militao, sin dudas el mejor jugador del partido. 

En el minuto 90, sin añadir ni un minuto más, Felix Brych, que se retiraba del arbitraje internacional en este encuentro, mostró el camino a los vestuarios. El próximo lunes 13 a las 12 del mediodía, el Madrid conocerá su rival en los octavos de final de la máxima competición europea.